“A los gigantes siempre hay que mirarles a los ojos”. Son palabras de Alejandro Sanz (Madrid, 1968) en su último post de Twitter, en referencia a una foto en la que el cantante contempla desde un tejado la inmensidad del Estadio Benito Villamarín, donde ofreció anoche el primer concierto de #LaGira, un escueto tour por cinco ciudades españolas que arrancaba este sábado en una Sevilla desbordada y desbordante: 38 grados Celsius en el mercurio que no impidieron a los sevillanos acudir en masa al desfile del Día las Fuerzas Armadas por la mañana, presenciar más de 35 procesiones durante la tarde y, para la puesta de sol, reunir a 45.000 almas en el templo del Real Betis Balompié para recibir al cantante más laureado de la historia del pop español. Sevilla hacía de Sevilla una vez más.
Las primeras seguidoras para este concierto llevaban acampadas a las puertas del estadio del Betis desde el pasado domingo: “Aquí están las primeras primerísimas #fans esperándome en el #BenitoVillamarín para el concierto del 1 de Junio en #Sevilla. Os cuido, os quiero y soy yo quien os espera. #LaGira”, expresaba también Sanz en su perfil de Twitter. Durante estos seis días que han seguido, el breve campamento ha ido tomando forma y categoría de asentamiento superpoblado; y para las 20.00 de ayer, dos horas antes del comienzo previsto del concierto, el recinto y sus alrededores eran ya un hervidero de decenas de miles de seguidores de todo pelaje: esa audiencia intergeneracional y ecléctica que el de Moratalaz ha ido reclutando —superados los fervores adolescentes— a lo largo de tres décadas de trayectoria musical.
Sevilla venía con muchas ganas de Alejandro Sanz, 48 horas después de que el artista de ascendencia gaditana, bético confeso y amante del flamenco, hubiera recibido el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad en una emotiva ceremonia en la que recitó un poema de amor a Sevilla que levantó al público de las butacas.
Las luces se apagaron a las 22.12 de la noche, momento en el que el estadio comenzó a rugir con palmas por bulerías. Riguroso negro y pose taurina antes de tomar la guitarra y dar por inaugurada la gira con Hoy que no estás y Azúcar en un bowl, integrada en su último disco. Pocas voces se escucharon tararear estos temas, de los menos populares del cantante. Pero a la tercera, con Aquello que me diste se desató la locura, que ya iría en un in crescendo sin fin hasta el ocaso del espectáculo. “Ustedes no se imaginan lo que siento aquí arriba, como si fuera mi primer concierto”, se presentó el artista antes de provocar la primera gran ovación de la noche: Sanz dedicaba el recital al futbolista sevillano José Antonio Reyes, fallecido horas antes en un accidente de tráfico.
A partir de ahí, colaboraciones como las de Pastora Soler y Rosario Flores dieron color a un espectáculo cuidado hasta el último detalle. Quizás el momento álgido lo protagonizó Alejandro Sanz tirando de gaditanía. El madrileño siempre ha aireado sus orígenes y en este disco lo plasma en la canción Te canto un son, cuyo estribillo, acompañado por Antonio Carmona, fue el más coreado de la noche. Una estrofa que resume el periplo vital del que ya es un mito de la música en español: “Cuba en el alma, Miami en el corazón, soy un flamenquito en La Habana, soy de Cádiz y te canto un son”.
Sin embargo, Alejandro Sanz, tan querido en Sevilla, parecía no querer salirse de un guión que el público le pedía a gritos que hiciera saltar por los aires con algún guiño a la ciudad y sus gentes. Lo había dejado reservado para los bises, lo más emotivo de la noche. Artistas locales como la trianera La Flaka y el compositor Arturo Pareja Obregón lo acompañaron en la interpretación de una canción cuyo título no necesita más explicación: Sevilla. Pero aún quedaba el frenesí del clásico Corazón partío, con el que las cerca de 50.000 personas que abarrotaron el Villamarín parecieron disculparle a Alejandro Sanz unos nervios de principiante en el inicio de la gira que, no por sorprendentes después de tres decenios sobre los escenarios, quiso ocultar el artista. Estuvo tenso y concentrado y sólo se soltó al final. “Estaba muy nervioso, pero ahora no me quiero ir de aquí”, le confesó a un público enfervorecido.
Con este estreno, la gira de Sanz sale a la carretera con una producción que incluye 18 camiones con 60 toneladas de material, más de mil trabajadores y una banda formada por seis hombres y seis mujeres, músicos muy jóvenes que se estrenan en su mayoría con Alejandro Sanz. Todos ellos han permanecido concentrados en la finca que el músico posee en el municipio extremeño de Jarandilla De la Vera desde el 18 de abril para preparar el tour. Tras su paso por la capital andaluza, las próximas citas de #LaGira son Barcelona (8 de junio), Madrid (14 de junio), Elche (21 de junio) y Santiago de Compostela (6 de julio).